Los rizos tienen una magia especial, sobre todo cuando coronan la cabeza de un pequeño que parece estar hecha de pura alegría e inocencia. Los deliciosos giros y vueltas de cada rizo son más que simples mechones de pelo; son como pequeños resortes de felicidad que rebotan con cada risita y risa que escapa de los labios del bebé. Cada rizo parece tener vida propia, girando en espiral en una danza que cautiva el corazón y encanta el alma.